domingo, 28 de febrero de 2010

La dieta de los faraones y la ateroesclerosis


La ateroesclerosis no es una enfermedad que se originó en el siglo XX, sino que por el contrario ya desencadenaba problemas en tiempos remotos. Un ejemplo de ello lo constituye el Antiguo Egipto, en donde a pesar de que no tener locales de comida rápida la dieta de los integrantes de las clases privilegiadas constituía una invitación a padecerla. El combo de moda, alrededor del 1500 a.C., incluía entre otras cosas carne vacuna, aves de caza, pan, frutas, verduras, tortas, vino y cerveza. El pueblo en tanto en su mayoría era vegetariano

Rosalie David, investigadora de la universidad de Manchester, comentó en el último número de la revista The Lancet que en el transcurso de los últimos años el estudio de diversas momias y el lugar en donde estaban depositadas permitió llegar a esa conclusión. Graham Shattock, un patólogo británico, fue uno de los pioneros. En 1909 analizó la arteria aorta de la momia del faraón Menephtah y descubrió la presencia de ateroesclerosis.

Ramsés II y Seti I, entre otros faraones, fueron estudiados en 1980 por John Harris y Edward Wente, científicos de la universidad de Chicago. Mientras que en noviembre del 2009 el científico A. H. Allam, de la escuela médica Al Azhar de El Cairo, en Egipto, publicó los resultados de estudios radiológicos realizados en otras momias en la revista médica JAMA. Todos lograron detectar placas calcificadas en las arterias.

La enfermedad, como en los tiempos que corren, se debía a las abundantes grasas saturadas presentes en la dieta. Aproximadamente el 50 % de las calorías según los expertos eran brindadas por grasas. En la actualidad la mayoría de las sociedades recomiendan que las grasas no generen más del 25% de las calorías. Las grasas saturadas constituían una fracción importante de las grasas totales y superaban con creces el sugerido 7% del aporte calórico diario.

Parece que en las clases más acomodadas del Antiguo Egipto no había demasiadas restricciones con respecto al consumo de sal y alcohol, lo que en definitiva complicaba un poco más las cosas. Ni hablar de consumir pescado- fuente central del protector aceite omega 3- o una dieta vegetariana. Eso no estaba escrito en los jeroglíficos.

Imagen: Flickr

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