lunes, 26 de marzo de 2012

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Nuevas colaboraciones para Diario Siglo XXI





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Rita Levi-Montalcini: la dama de la neurona



Bitacora Suite.101: Artículos de otro espacio y tiempo para un mundo curvo y circular.


Cuesta un poco explicar el cómo de Rita Levi-Montalcini, premio Nobel de Medicina en 1986. Su descubrimiento realizado en la década de1950, una molécula capaz de promover el desarrollo de las células del tejido nervioso llamada factor de crecimiento neuronal, no parecería aportar demasiadas respuestas. Por ejemplo, no basta para lograr comprender cómo la científica italiana, también conocida como “La dama de la neurona”, pudo entre otras cosas hacer ciencia a pesar de la feroz persecución del dictador Benito Mussolini, ni mucho menos alcanza para dilucidar cómo mantuvo despierta una tenaz vocación científica durante toda su ya más que centenaria vida.

Ciencia a pesar de todo

Nada fue fácil para Rita. Según su autobiografía, nació un 22 de abril de 1909 en la ciudad italiana de Turín y creció en el seno de una familia de tradición judía sefardí. Su padre Adamo Levi en un principio fue su primera oposición. No estaba muy de acuerdo con que la joven estudiara y desarrollara una carrera profesional. Para Levi, el ámbito en que debía desenvolverse habitualmente la mujer se restringía sólo al hogar. Pero lejos de soñar con marido e hijos, a los 20 años Rita decidió que lo suyo eran los libros.

Egresó de la universidad de Turín en el año 1936 con el título de médica bajo el brazo y no tardó en definir a la investigación básica en neurología como su fructífera área de especialización. Todo parecía marchar sobre rieles, pero en 1938 un obstáculo llamado Mussolini intentó truncar su recorrido. De más está decir que ni cien Manifiesto de la Raza – un nefasto texto dirigido contra todo lo que no era considerado ario- habrían bastado para apagar la vocación de la científica.

Alguna vez Martin Luther King, líder pacifista defensor de los derechos de las personas afroamericanas, dijo que “si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía, plantaría un árbol". La dama de la neurona se dedicó a plantar un laboratorio en su propia habitación.

El factor de crecimiento neuronal

En septiembre de 1947 finalmente aceptó una invitación para trabajar en la universidad de Washington, bajo la supervisión del científico Víctor Hamburguer. Víctor también buscaba entender cómo da sus primeros pasos y se desarrolla el sistema nervioso. En su laboratorio, Rita pudo dar cuenta del factor de crecimiento neuronal.
Las cosas no se producen por generación espontánea. En 1864 el químico Louis Pasteur había ya dado un ejemplo de ello en el campo de la bacteriología gracias a su magnífico experimento. ¿Existen algunos factores que promueven la diferenciación y el desarrollo del tejido nervioso en los seres vivos?, se preguntaba Rita mientras analizaba algunos embriones de pollos.

Luego, por medio de experimentos de laboratorio, estudió glándulas salivares de ratones sanos, tumores malignos presentes en ratones y pollos y hasta veneno de serpiente. Llegó a la conclusión que todos liberaban algo sumamente poderoso, que se encargaba de asegurar la supervivencia de ciertas neuronas y facilitar su conexión con otros tejidos del organismo.

Con el bioquímico Stanley Cohen, también premio Nobel en 1986 debido al posterior descubrimiento de otro factor de crecimiento vinculado con la piel, no dejaban de maravillarse en los experimentos. Les llamaba mucho la atención ver cómo a los pocos segundos de haber instilado minúsculas cantidades del factor promotor en un ganglio del sistema nervioso, éste comenzaba a transformarse en una especie de sol con fibras nerviosas que se asemejaban a luminosos rayos irradiados.

Una gigante con premio Nobel

Levi- Montalcini y Cohen pudieron aislar al factor de crecimiento neuronal y determinar que se trataba de una proteína. En la actualidad los investigadores, gracias al trabajo previo de la pionera y las mejores herramientas tecnológicas, lograron conocer su comportamiento con mayor profundidad. Incluso detectaron la ubicación precisa del gen que lo codifica.

Dicen que Isaac Newton, uno de los más grandes científicos de la historia, popularizo la frase que decía: “Si he visto más lejos es porque estoy sentado sobre los hombros de gigantes”. En el año 1986, el instituto sueco Karolinska premió con el Nobel a una gigante.

No es para menos, el trabajo de Rita sirvió para dar un importante puntapié inicial. Por medio de investigaciones de otros científicos, numerosos factores facilitadores del desarrollo de diversos tejidos salieron a la luz en las décadas siguientes. Sólo dos ejemplos: la proteína interleuquina-2, con su capacidad para generar el crecimiento de células llamadas linfocitos y potenciar el sistema inmune, o el factor de crecimiento endotelial responsable de la síntesis de vasos sanguíneos y la consiguiente proliferación de ciertos tumores malignos.

En el área de la neurología, el aporte de la científica es vital en la actual búsqueda de respuestas frente a enfermedades neurodegenerativas de difícil control tales como el Parkinson o el Alzheimer.

No a la jubilación

Dueña de unas neuronas pródigas, la más que centenaria Rita Levi-Montalcini, continúa vinculada a la ciencia, tanto es así que es la actual encargada de dirigir el Instituto Europeo de Investigación del Cerebro situado en Roma, Italia. Como si esto fuera poco también coordina numerosas actividades benéficas destinadas a facilitar la educación y el ingreso a la ciencia.

En 1996 escribió un libro que al que llamó Sin aceite y contra el viento. El título hace mención a una frase frecuente de escuchar en los marineros italianos durante momentos difíciles. En la antigüedad acostumbraban a verter alrededor de sus barcos pequeñas cantidades de aceite para contrarrestar la altura de las olas o la adversidad de las tormentas. Quizás finalmente el secreto de “La dama de la neurona” resida allí, aún sin aceite nunca rehusó a enfrentar olas ni tempestades.

Huanglongbing: bacterias embaucadoras, insectos desprevenidos



Algunas bacterias se dedican a tramar peligrosas emboscadas. En el interior de diversas plantas cítricas estos microorganismos logran disponer de los nutrientes básicos para sobrevivir, pero no les queda otra, siempre el apetito insaciable puede más. Es allí entonces cuando sacan a relucir algunas malas artes: con la finalidad de infectar nuevas plantas generan en los cítricos la liberación de grandes cantidades de una sustancia química que se vuelve irresistible para algunos insectos transportadores.

Parece que al psílido Diaphorina citri, un insecto succionador que se alimenta de plantas cítricas, la comida le entra por medio del olfato. Candidatus Liberibacter asiaticus, una de las bacterias responsables de una enfermedad de los cítricos denominada Huanglongbing, bien lo sabe. Según un reciente estudio publicado en la revista PLoS Pathogens, el microorganismo genera la liberación de elevadas concentraciones de un compuesto químico volátil denominado salicilato de metilo.

Una planta enferma con Huanglongbing ya deja entrever -en el moteado difuso de sus hojas, en el engrosamiento de sus nervaduras, en la irregular pigmentación de sus frutos- que precisamente no se tratará de un manjar. Pero ya lo dijimos, para Diaphorina citri el olfato es más fuerte.

Lukasz Stelinski, científico de la universidad norteamericana de Florida, pudo ver en el laboratorio como algunos ejemplares Diaphorina citri eran embaucados. Las plantas infectadas liberaron mayor cantidad de salicilato de metilo que las no infectadas. Los insectos inicialmente reposaron en plantas infectadas.

Intentaron alimentarse y fue ya tarde. El pobre contenido de algunos elementos, como nitrógeno, fósforo, magnesio, zinc y hierro presentes en las enfermas, obligó a los insectos a buscar una planta sana con la cual cubrir los requerimientos nutricionales. Hacia allí fueron, claro con la bacteria en su interior. Parece que al microorganismo tampoco le quedaba otra. De alguna forma había que perpetuar la transmisión.

Imagen: Paul Lowry- Flickr