No existen demasiadas dudas que para
la industria tabacalera el mejor soporte publicitario es
el propio paquete de cigarrillos. Aseguran
por lo bajo que “el empaquetado es por sí un comunicador de la esencia de la marca”. También suelen argumentar que: “La leyenda de advertencia, bajo
ninguna circunstancia debe denigrar la integridad del empaque de nuestro
producto y/o violar los derechos de propiedad intelectual de nuestras marcas”. Advertencias, que prefieren que pasen inadvertidas.
Las
advertencias sanitarias y otros mensajes forman parte de una
variedad de medidas que han tenido probada eficacia a la hora de comunicar los riesgos en la salud y disminuir el
consumo de tabaco. Segun numerosos estudios, su efectividad aumenta a medida
que son más vistosas. En comparación con las advertencias pequeñas, que incluyen solamente un texto, aquellas más grandes acompañadas de
imágenes llaman mucho más la atención, comunican mejor los riesgos, provocan
una mayor respuesta emocional y motivan a los consumidores de tabaco a abandonar dicho consumo.
Por el contrario, palabras empleadas por la industria tales como suave, ultra suave o bajo en alquitrán, lejos de disminuir en el riesgo de enfermar o morir por
efecto del tabaco, no hacen otra cosa que vender espejos de colores. El saludable Convenio Marco de la Organización Mundial de la Salud (OMS) aboga para que los paquetes y etiquetas de cigarrillos no transmitan información falsa, equívoca o engañosa.
Procura que no se empleen términos o elementos que generen la falsa impresión de estar frente a un determinado producto de tabaco menos nocivo que otro.
El paquete es el mensaje. Por ello la
industria tabacalera mundial sistematicamente ha resistido la exigencia de incluir advertencias prominentes, acompañadas de imágenes, en
los paquetes de cigarrillos. Daña la comercialización del producto y eso es algo que no se pueden permitir.
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